Que tropel de seres se levanta para bañarse en esa luz divina, Goethe


Alma del Mundo, escrito en 1802

¡Por todas las regiones del mundo repartíos, / desde este convite santo! / ¡A través de estas zonas próximas hacia el todo / marchad e iluminadlo! / Ya en lontananza, ciérnese ante vosotros /  sacro, divino ensueño, / y flamante refulge, amable el astro, / en el espacio luminoso, etéreo. / Seguid, seguid más lejos todavía, / cometas poderosos. / Cruzad el laberinto de soles y planetas / con ritmo veloz y loco. / ¡Volad raudos en busca de tierras aún informes / y en ellas vuestra fuerza juvenil y creadora / ejerced de manera que vida cobren siempre / cada vez más pujante y más arrolladora! / En giros circulares surcad la inquieta atmósfera, / vasto campo cambiante, / y asignad a la piedra en todas sus cavernas, / sólida forma estable. / Que todo con divina osadía y se esfuerza / por recuperar su ser; / fecundar ansía el agua lo infecundo / y un venero de vida el polvo es. / ¡De la noche la lóbrega humareda / con amoroso esfuerzo disipad; / ved cómo con fulgores policromos / el Paraíso resplandece ya! / Ved qué tropel de seres se levanta / para bañarse en esa luz divina; / cual la primer pareja ante esa gloria / arrobados quedáis en dulce dicha. / Ya en un mutuo dichoso parpadeo / truécase aquel esfuerzo colosal, / y la vida más bella, agradecida, / del todo al todo vuelve sin cesar. 


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