Extracto de La Masonería Española en Presidio.
Estamos a 21 de Junio de 1944. La estirpe de Caín ha desencadenado sobre el mundo la más terrible lucha que han conocido los hombres. Los amantes de la paz, del amor y de la libertad estamos presos, combatidos como el Welsungo wagneriano, por los hijos del perro, losd Hunding, los cainitas, llenos de soberbia, de oscuridad y de pasión.
Cada hombre, en su fuero interno, clama también, como Anfortas, para cerrar la llaga viva del pecado con que ha contribuido a esta catástrofe mundial. Pero el bálsamo mágico que ha de curar los grandes males que sufre la humanidad en los momentos presentes está a la vista de todos.
El Sol, alcanzando la máxima altura sobre nuestro hemisferio, nos traza el camino: todo efecto liberador es cuestión de esfuerzo ascendente, de superación espiritual. No basta tallar la piedra bruta, sino conseguir después que sus facetas brillen como espejos, reflejando los rayos liberadores del espíritu.
Nuestro cuerpo, puro y limpio, debe ser diáfano como el cristal, transparente a los mensajes de lo alto, instrumento dócil y dúctil para los impulsos de nuestra esencia inmortal, que es conciencia y amor. Y no hay más que el camino señalado por el orto solsticial de nuestro saber y nuestro sentir: siempre y por siempre, luz, luz y más luz.
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