Asisitimos al Ocaso de Toda Clase de Vínculos entre los Hombres, Churchill


Extracto de las Memorias de Churchill sobre la Segunda Guerra Mundial.

Adolfo Hitler había llegado por fin a la meta soñada, pero no estaba solo. Desde las lóbregas simas de la derrota había lanzado su invocación a las furias crueles y tenebrosas latentes en el alma de la raza más numerosa, eficiente, despiadada, contradictoria y desventurada de Europa. Había conjurado el pavoroso ídolo de un Moloch insaciable del que era él a un tiempo encarnación y sacerdote. [...]

En la segunda guerra mundial asistimos al ocaso de toda clase de vínculos entre los hombres, Bajo la dominación hitleriana, que ellos mismos habían aceptado, los alemanes cometieron crímenes sin precedentes, tanto por su volumen como por su iniquidad, en las páginas sombrías de la maldad humana. Las matanzas colectivas, por procedimientos sistemáticos, de seis o siete millones de hombres, mujeres y niños en los campos de ejecución alemanes superan en horror a las expeditivas y salvajes carnicerías de Gengis Kan, y en cuanto a amplitud las dejan reducidas a proporciones de pigmeo. En la campaña del frente oriental, lo mismo Alemania que Rusia llevaron a cabo, con perfecta sangre fría, el exterminio deliberado de poblaciones enteras. La repugnante práctica de bombardear desde el aire ciudades abiertas, iniciada por los alemanes, fue pagada a éstos con creces por el poderío cada vez mayor de los aliados y alcanzó su máxima expresión con el empleo de las bombas atómicas que  arrasaron Hiroshima y Nagasaki.

Hemos salido, por fin. De un escenario de rutina material y caos moral cuyo equivalente no había entenebrecido jamás la imaginación de los siglos pasados. Y después de todo lo que hemos sufrido y alcanzado, nos hallamos ante problemas y peligros no de cuantía menor, sino infinitamente más pavorosos que aquellos entre los cuáles nos hemos abierto paso con tanta dificultad.

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