La Divina Semejanza, Krause


Fragmento de Ideal Para la Humanidad de Karl Christian Friedrich Krause que el dedicó `Preferentemente para masones´. La obra de Krause, a través de la divulgación de Julián Sanz del Río, ejercería una gran influencia en el mundo hispanohablante, tanto en España como en Hispanoamérica. Seguimos la traducción del español de 1871.

La Religión del amor fundada por Jesucristo bajo la forma exterior de la Iglesia cristiana ha traído entre todas las instituciones sociales el más precioso fruto de salud sobre la tierra. A esta religión debe la Europa, que el puro humanismo sea hoy la base de su civilización, ejemplo y maestra de las restantes de la tierra. Jesucristo ha despertado el sentimiento de la dignidad humana en todo hombre, bajo todo cielo, y en todos los estados sociales; ha encendido la celestial llama del amor entre los hombres: la Caridad. Esta pureza de motivo, esta intimidad de sentimiento, esta disposición universal a amarse los hombres como hermanos en nombre de Dios Padre no la conocieron los griegos, el pueblo más culto del mundo antiguo. [...]

Sólo en el ejercicio espontáneo igual y bien proporcionado de todas sus fuerzas puede el hombre cumplir su destino total en Dios y conforme a la ley divina. El carácter superior que el hombre trae consigo a la vida debe reflejarlo y vivificarlo en toda su historia con libertad, con claro conocimiento y acción orgánica, y sólo en esta plenitud de su vida se hace el hombre en la realidad histórica semejante a Dios, y digno de su providencial destino.

El hombre y la humanidad, sólo viviendo en unidad consigo, y en libre armonía con todos los seres, pueden hallar a Dios en su corazón y en su razón a la vez; la imagen divina aparece entonces a la humanidad en la imagen purificada de su propio espíritu. El conocimiento de Dios es el principio de la ciencia, del amor, de la vida; pero sólo a medida que la ciencia y el amor crecen en claridad, en intimidad y libertad en el hombre, crece también el conocimiento y el amor de Dios.

Cuanto más dignos de su naturaleza viven el hombre y la humanidad, tanto más se estrecha e intima su alianza con Dios. La humanidad es antes de todo un ser y vida semejante a la divina; como ser en Dios y por Dios es fundamental y única en su género. Sólo al hombre que aspira a asemejarse a Dios en el conocimiento y realización fiel de la propia naturaleza, se hace Dios manifiesto en el mundo de las ideas, y en los caminos de la vida. Así nos lleva la religión a reconocer y realizar nuestra humanidad como un ser verdadero, bello y bueno en Dios; así nos llama la religión en su más alta idea al concurso común de las personas y fines humanos para el cumplimiento de nuestro total destino; así confirma la esperanza de que un día se realizará nuestra naturaleza en amor y paz consigo misma y con Dios.

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