Fragmento del sermón de John Tillotson, deán de la catedral de San Pablo y arzobispo de Canterbury. Está recogido en una recopilación impresa a título póstumo en 1737, Select Orations on various subjects.
Jeremías recibió la orden de construir y de demoler. Fue para disuadir la impiedad, el signo del riesgo de que se construya para ver a otro habitar, o de que el Señor abandone el edificio a la desolación. Las piedras del muro gritaron contra la opresión y la injusticia. Es un estímulo al deber, y el signo de que la palabra de Dios es capaz de construirnos en derechura, y también el signo de que probará la obra de cada hombre mediante el fuego, para demostrar que no se puede poner cimiento distinto de aquel del cual él mismo es el fundamento, el ungido salvador.
Es un aliento a la caridad, a que seamos edificados juntos para convertirnos en una morada de Dios en el Espíritu, y a que mantengamos firme la profesión de nuestra fe hasta que la piedra rechazada por los constructores se haya convertido en cabeza de ángulo.
Es estimulante para la Obediencia saber que aquel que ha construido todas las cosas es Dios.
Es un aliento a la caridad, a que seamos edificados juntos para convertirnos en una morada de Dios en el Espíritu, y a que mantengamos firme la profesión de nuestra fe hasta que la piedra rechazada por los constructores se haya convertido en cabeza de ángulo.
Es estimulante para la Obediencia saber que aquel que ha construido todas las cosas es Dios.
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