Memorial de la Mano Izquierda a los Encargados de la Educación, Frankilin


Diríjome a todos los amigos de la juventud para suplicarles que echen una mirada compasiva sobre mi desgraciada suerte, a fin de destruir las preocupaciones de que soy víctima. Somos dos hermanas: los ojos de una persona no son más parecidos que nosotras, y nunca vivirían en mejor armonía que mi hermana y yo, si no fuese por la parcialidad de nuestros padres, que hacen entre nosotras las más injuriosas distinciones.

Desde mi infancia me han acostumbrado a considerar a mi hermana como de jerarquía superior a la mía. Me han dejado crecer sin darme la menor instrucción, mientras que para su educación nada se ha omitido. Ha tenido maestros que la han enseñado a escribir, dibujar, tocar varios instrumentos y otras muchas habilidades; al paso que a mí me reprendían severamente, si por casualidad tomaba un lapicero, una pluma o una aguja, y más de una vez me han castigado por desmañada y falta de modales. Es verdad que mi hermana se ha dignado, en algunas ocasiones, asociarme a ella; pero siempre que lo ha hecho se ha apoderado de la suprema dirección, no sirviéndose de mí sino por necesidad, o para hacerme figurar de un modo que le fuese a ella ventajoso.

No crean ustedes, señores, que la vanidad dicte mis quejas. No; mis pesares tienen otra causa mucho más grave. Acostumbra nuestra familia hacer recaer sobre mi hermana y sobre mí todos los cuidados necesarios a la subsistencia; pero si la gota, el reumatismo, los dolores y otros varios achaques a que (entre nosotros sea dicho) está sujeta mi hermana, la atacasen, ¿cuál será la suerte de toda nuestra familia? ¿No sería entonces un motivo de amargo sentimiento para nuestros padres haber hecho una distinción tan marcada entre dos hermanas tan perfectamente iguales? ¡Ay! habremos de perecer de miseria: y ¡quién lo imaginara! me encontraré en la imposibilidad de poder garrapatear una humilde petición para solicitar algunos socorros, pues para hacer el presente memorial he tenido que valerme de una mano extraña.

Dígnense ustedes, señores, manifestar á mis padres toda la injusticia de una ternura exclusiva, y la necesidad de distribuir con igualdad sus cuidados y su afecto entre todos sus hijos. — Soy con el más profundo respeto, señores de ustedes muy humilde servidora:

La Mano Izquierda

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