Cristo Resucitará Siempre de entre los Muertos, Blas Infante



Extracto de El Ideal Andaluz.

Consecuencia de ser mediato, el ideal humano es concreto, es decir, formal; para excitar todas las fuerzas que en el hombre existen: las del cerebro, las de la fantasía, las del corazón. No hay idea como esa idea que fulgura en la chispa engendrada por el pensamiento, cuando rasga las sombras de la Historia y escapa buscando la radiosidad del Fin, como, nostálgico del sol perdido, parte, ansioso de la luz lejana, el insecto sumergido en la oscuridad del campo. No hay sentimiento como ese sentimiento que ofrenda a la idea un trono de amor. Así se concentra el vago sentimiento del destino para rendir culto al ideal; como al encontrar al amador el ser amante, recoge, en un núcleo de fervores, todas las energías de su amor, repartidas por la Naturaleza. No hay fantasía como la fantasía que troquela aquella idea al calor de este sentimiento; ni fuerza gigante que pueda oponerse a la fuerza invencible de esos fantasmas gloriosos que, rebeldes al Tiempo, acuden, invocados desde lo Porvenir, pugnando por encender en su luz las tinieblas del Presente enemigo que les ahoga. Nada pueden los desgarramientos de todos los martirios; nada las caricias de todos los amores. Los fantasmas del ideal sobrenadan, triunfantes, en la sangre de las hecatombes humanas. Su grito de combate se yergue victorioso sobre los ecos de todas las voces potentes. Mueren los profetas... perecen los apóstoles...; pero, hasta el Fin, resurgirán los profetas. Cristo resucitará siempre de entre los muertos. Su hábito sagrado en todo tiempo levantará la pesada losa del sepulcro, arrojándola sobre los asustados guardianes. Pero, hasta el fin, sobrevivirán los apóstoles. Siempre, mientras el hacha del verdugo tenga filo, encontrará la cabeza de un apóstol aguardando reposada sobre el tajo de la muerte.

Yo creo en la fatalidad de la muerte por la vida. Aquélla existe sólo como condición vivificadora. A través de los cataclismos, la vida triunfa por el renacimiento. Así, entre los hombres, triunfa de la tiranía por la libertad, de los egoísmos por el amor. Por esto, antes perecerá la Humanidad que el Ideal no encuentre una voz en que modular su eterno canto a la perfección humana. Mientras exista un solo hombre existirá un alma generosa en que tallar un altar para ofrendar el sacrificio.

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