Y Vino Cristo, Lessing



 Extracto de La Educación del Género Humano de Gotthold Ephraim Lessing

Todo libro elemental sirve sólo para una cierta edad. Entretener al niño con el libro elemental más tiempo del que se tenía pensado, le resulta perjudicial. Pues, para entretenerle con él útilmente, en cierta medida siquiera, hay que poner en el libro elemental más de lo que en él se encuentra, hay que meter más de lo que allí cabe. Hay que buscar y poner demasiadas cosas en las alusiones e indicios, apurar con exceso las alegorías, interpretar los ejemplos demasiado circunstanciadamente, exprimir las palabras en demasía. Esto confiere al niño una inteligencia mezquina, torcida, meticulosa; le hace ser misterioso, supersticioso, lleno de desprecio por lo que es comprensible y fácil. [...]

Lo que hace falta es que venga un pedagogo mejor y que le quite de las manos al niño ese libro elemental ya exhausto. Y vino Cristo. [...]

Había llegado en el ejercicio de su razón tan adelante esta parte del género humano, que para sus acciones morales necesitaba y era capaz de servirse de motivaciones más nobles y dignas que los premios y castigos con que hasta entonces fuera orientada. El niño se hace adolescente. Golosinas y juguetes ceden ante el deseo incipiente de ser tan libre, tan honrado, tan feliz como ve que es su hermano mayor.

Hacía ya tiempo que los mejores de entre aquella parte del género humano se habían acostumbrado a guiarse por una sombra de esas elevadas motivaciones. Griegos y romanos lo hicieron todo por perdurar, después de esta vida, siquiera en el recuerdo de sus conciudadanos.

Ya era hora de que una vida otra, verdadera, esperada para después de ésta, cobrara influencia sobre sus actos.

Y así se convirtió Cristo en el primer maestro auténtico, práctico, de la inmortalidad del alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario