Extracto de La Educación del Género Humano de Gotthold Ephraim Lessing
Lo que hace falta es que venga un pedagogo mejor y que le quite de las manos al niño ese libro elemental ya exhausto. Y vino Cristo. [...]
Había llegado en el ejercicio de su razón tan adelante esta parte del género humano, que para sus acciones morales necesitaba y era capaz de servirse de motivaciones más nobles y dignas que los premios y castigos con que hasta entonces fuera orientada. El niño se hace adolescente. Golosinas y juguetes ceden ante el deseo incipiente de ser tan libre, tan honrado, tan feliz como ve que es su hermano mayor.
Hacía ya tiempo que los mejores de entre aquella parte del género humano se habían acostumbrado a guiarse por una sombra de esas elevadas motivaciones. Griegos y romanos lo hicieron todo por perdurar, después de esta vida, siquiera en el recuerdo de sus conciudadanos.
Ya era hora de que una vida otra, verdadera, esperada para después de ésta, cobrara influencia sobre sus actos.
Y así se convirtió Cristo en el primer maestro auténtico, práctico, de la inmortalidad del alma.
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