Extracto del discurso inaugural del Ateneo de Madrid, pronunciado en 1835, en calidad de su primer Presidente.
A la ignorancia, pues, ó á un saber ficticio y sin resultados positivos están sujetos los países donde rigen instituciones que encadenan el pensamiento, y que estancan la civilización. Mas por fortuna la perfectibilidad á que rápidamente camina el género humano; los progresos de la filosofía, que a pesar de todos los obstáculos cunden con mas ó menos rápidez por el mundo; los esfuerzos que, aun sin prever sus consecuencias, hacen los hombres privilegiados que de tiempo en tiempo descuellan entre los pueblos oprimidos; y sobre todo la fuerza irresistible del arte divina inventada por Guttemberg van arrollando por todas partes al fanatismo y á la tiranía, y al desmoronarse sus cimientos aparece debajo de ellos el siglo de la libertad.
Hija es esta [libertad] de la ilustración que a despecho de los opresores cundió en Europa. Pero el saber moderno, el que deslinda las obligaciones y los derechos del hombre en sociedad, el que lo mejora y enriquece, es hijo de la libertad misma, y su mas firme apoyo, sin el cual seguiría vacilante, tarda y dudosa por la carrera inmensa que ya ha recorrido en las naciones aventajadas, y que aun tiene que recorrer en las que comienzan su regeneracion.
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