No Hay Horror en la Muerte, Saint-Exupery


Ciudadela es el manuscrito en el cual trabajaba Antoine de Saint-Exupéry en el momento de su muerte.

Aquel al que la muerte ha escogido, ocupado en vomitar su sangre ocontener sus entrañas, descubre solo la verdad, a saber: que no hay horror de la muerte. Su propio cuerpo se le aparece como un instrumento en adelante vano, que ha dejado de servir y que él arroja. Un cuerpo desmantelado que muestra su mucho uso. Y si el cuerpo tiene sed, el moribundo no reconoce sino una ocasión más de sed, de la que será agradable verse libre. Y todos los bienes que servían para engalanar, nutrir, festejar esta carne semiextranjera, que es sólo propiedad doméstica, como el asno atado a su noria, se tornan inútiles. 

Entonces comienza la agonía que es balanceo de una ciencia alternativamente vaciada y vuelta a llenar por las marejadas de la memoria. Van y vienen como flujo y reflujo, trayendo, como se las habían llevado, todas las provisiones de imágenes, todos los caracolillos del recuerdo, todas las conchas de todas las voces escuchadas. Suben, bañan de nuevo las algas del corazón; y he aquí de nuevo todas las ternuras reanimadas. Pero el equinoccio prepara su reflujo decisivo, el corazón se vacía en la marea y sus provisiones vuelven a Dios.

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