La Regla Masónica al Uso de las Logias Rectificadas, que consta de nueve artículos, fue redactada por el Barón Jean de Turckheim y adoptada por el Convento de Wilhelmsbad de 1782. Sigue vigente, como regla de vida, para todos los masones rectificados del mundo. Este es su último artículo.
Desde que fuiste admitido a participar de los privilegios que resultan de la asociación Masónica, tú le has ofrecido tácitamente a cambio una parte de tu libertad natural; cumple pues, estrictamente, las obligaciones morales que ella impone; ajústate a sus sabios reglamentos y respeta a aquellos que la confianza general ha designado, para ser los guardianes de las leyes y los intérpretes del punto de vista general. Tu voluntad en la Orden está sometida a la de la Ley y a los superiores: serás un mal hermano si pretendes desconocer esta subordinación necesaria en toda sociedad, la nuestra se vería forzada a excluirte de su seno.
De entre todas las leyes, hay una que tú has prometido ante el Cielo su más escrupulosa observancia: es la del secreto absoluto e inviolable de nuestros rituales, ceremonias, signos y la forma de nuestra asociación. Guárdate de creer que este compromiso sea menos sagrado que los juramentos que hayas prestado en la sociedad civil. Fuiste libre para pronunciarlo, pero no lo eres para romper el secreto que te compromete. El Eterno, que invocas como testigo, la ha ratificado: teme a las penas destinadas al perjuro: no escaparías jamás al suplicio de tu corazón, y perderías la estima y la confianza de una sociedad numerosa, que tendría derecho a declararte sin fe y sin honor.
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