Extracto de La Civilización en los Cinco Primeros Siglos de Cristianismo, lecciones pronunciadas en el Ateneo de Madrid por Emilio Castelar
Lo que va a surgir de la tumba del Imperio romano es el espíritu transfigurado en los altares del cristianismo. Delante de un mundo que solo rendía culto al poder, a la fuerza, a la riqueza, y que se consumía en la fiebre del materialismo, exclamaba el Redentor: Bienaventurados los pobres, los hambrientos,los que lloran, porque de ellos será el reino de Dios. [...]
El Cristianismo, pues, traía principios que ninguna discusión ha producido, que ninguna discusión debilitará, porque son principios grabados indeleblemente en nuestra conciencia, en nuestra naturaleza. El hombre podrá dejar de seguirlos en su vida; pero no podrá dejar de adorarlos en su mente. El principio de igualdad desconocido de las antiguas sociedades será el primer principio Cristiano. El vasallo será como su rey, el discípulo como su maestro, el esclavo como su dueño.
Así en aquella sociedad cristiana el único rey es nuestro Padre Celestial, que levanta el sol sobre los poderosos y los humildes, y que sostiene con un aliento de vida desde los ángeles hasta el gusanillo perdido en el polvo de la tierra. Todos los cristianos se juntarán en esa idea de Dios como se juntan todos los mundos en los espacios.
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