Faltaba el Himno de la Libertad y Fue el Hombre, Bilbao


Extracto del Cuarto de los Discursos Masónicos incluido en las Obras Completas de Francisco Bilbao publicadas en 1860. 

El Gran Arquitecto del Universo ha construido su templo que se llama inmensidad. La inmensidad poblada respira en su seno; y todo ser, desde el átomo hasta el Sol, son piedras inseparables del monumento sin límites que suspende en sus bóvedas los sistemas de los mundos, como un discurso de centellas, que revela un pensamiento, un sentimiento y una voluntad suprema.

A donde no alcance el telescopio, la razón alcanza; y en toda parte de la inmensidad, en todo momento de la eternidad, se ve la misma ley, la misma medida distribuyendo el movimiento, las mismas columnas sosteniendo el peso del firmamento visible, del firmamento invisible y de todos los cielos posibles que la razón proyecta más allá de los espacios. Las columnas de ese templo se llaman atracción sostenida y ejercida en razón directa de las masas e inversa del cuadrado de las distancias. Ésa es la fuerza que dominada o formulada por la geometría divina ha elevado con una sola palabra, la arquitectura de los mundos. Ellos tienen la música celeste. Ellos entonan el himno de la creación, en la lira de siete cuerdas, con los siete colores del prisma, pero falta la palabra del himno, la conciencia de esa música celeste. El universo rueda fatalmente, tributando el homenaje del esclavo. Faltaba el himno de la libertad y fue el hombre.

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