¿Cómo le va preocupar el vidrio a quien conoce el diamante?, Kipling


Extracto de las Memorias de Kipling, tituladas Algo de mi mismo, dedicadas `Para mis amigos conocidos y desconocidos´.

Vino luego otra casa pequeña, que olía a sequedad y a vacío, y el adiós de mi padre y de mi madre al amanecer [...] Pasé en aquella casa cerca de seis años. Era de una mujer que hospedaba a niños cuyos padres estaban en la India. [...] Era una casa llevada con todo el vigor de la Iglesia Evangélica revelada a aquella mujer. Yo nunca había oído hablar del infierno, así que allí me adentraron en todos sus horrores [...] Yo mismo me llevaba constantes palizas. [...]

Si se le pregunta a un niño de siete u ocho años lo que ha hecho durante el día, sobre todo cuando está deseando irse a dormir, incurrirá en bastantes contradicciones. Si cada contradicción se considera una mentira y se le afea en el desayuno, la vida empieza a no ser fácil. He conocido bastantes maneras de intimidar, pero aquello era tortura premeditada, tan religiosa como científica. [...]

Y aquella vida no era mala preparación para el futuro, en cuanto que requería constante cautela, la costumbre de observar, el reparar en ánimos y humores, y en la frontera entre las palabras y los hechos, una cierta reserva en la conducta, y la automática sospecha sobre los favores repentinos. [...]

A la larga, estas cosas y muchas otras parecidas, me anularon toda capacidad de verdadero odio personal para el resto de mi vida. Así de cerca están cualquier pasión, de las que llenan la vida, y la contraria. ¿Cómo le va preocupar el vidrio a quien conoce el diamante?

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