Mis Oraciones Sacaban Lágrimas, Alcalá Galiano


Extracto de las memorias de Alcalá Galiano.

Con mi estudio de la lengua latina había cobrado afición a las cosas de la Iglesia, donde se usa este idioma, y leía con ansia breviarios, semaneros santos, y, cuando podía haberlos a las manos, misales. (...) 

Acompañó a esto haber en Cádiz un gremio de muchachos dados a decir misa, a tener altares, ornamentos y vasos sagrados de juguete, y a cantar misas solemnes, actos patrocinados por algunos clérigos que no veían en ellos un remedo indecoroso y casi sacrílego, mirado por cierto aspecto, sino un efecto equivocado de piadosas y aun devotas inclinaciones. Yo, a quien daba gusto en casi todo mi madre, tuve mi altar, mi cáliz y mi patena, mis ornamentos completos, y a más de una casulla, una capa pluvial galoneada, con todo lo cual cantaba, ya misa, ya otras partes de los oficios divinos, ora solo, ora acompañado, habiendo aprendido muy bien muchos salmos divinos y no pocas oraciones de la Iglesia. [...]

En las funciones de que hablo había sus correspondientes sermones, y empecé yo a ser encargado de predicarlos, y a cobrar fama en este oficio. Unas veces hablaba de repente, otras escribía o componía parte de mi sermón con la perfección que podía esperarse de un muchacho de once años, aunque para su edad bastante instruido. Ello es que dieron en concurrir personas piadosas, principalmente mujeres y eclesiásticos, a oírme; que mis oraciones sacaban lágrimas, enfervorizándome yo a veces como el mejor misionero, y que era muy común en mis auditorios anunciar que yo sería, o manifestar que debía ser eclesiástico secular o regular.

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