La Libertad Religiosa de las Futuras Naciones Unidas, Churchill


Extracto de las Memorias de Churchill sobre la Segunda Guerra Mundial.

El presidente Roosevelt había realizado denodados esfuerzos para inducir a Litvinof, el embajador soviético, que por el nuevo giro de los acontecimientos había recobrado poco antes el favor del Kremlin, a aceptar las palabras `libertad religiosa´ contenidas en el Pacto. Con objeto de llevar a cabo un nuevo intento, se le invitó a almorzar con nosotros en las habitaciones del Presidente. Pero después de los malos ratos que había pasado en su país, el embajador debía andar con cautela. Más tarde el Presidente sostuvo con él una conversación privada en la que le habló de su alma y del fuego del infierno.

Los relatos que Mr. Roosevelt nos había hecho en diversas ocasiones de sus entrevistar con el ruso eran verdaderamente edificantes. Tanto, que cierto día le prometí mi recomendación para que se le nombrara arzobispo de Canterbury si perdía las elecciones presidenciales subsiguientes. No planteé, empero, oficialmente el asunto ante el Gabinete ni ante la Corona, y como el Presidente ganó las elecciones de 1944, ya no hubo necesidad de hacerlo. [...]

Después de cruzar el mundo un verdadero torrente de telegramas por espacio de una semana, se llegó a un acuerdo completo respecto a la Gran Alianza. El Presidente substituyó el nombre de Potencias Asociadas por el de Naciones Unidas. A mi me pareció este título infinitamente mejor que el otro.

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