Extracto de una carta escrita en Filadelfia en 1753, a Jorje Whitefield, uno de los fundadores de los metodistas. Franklin le había curado de una parálisis por medio de la electricidad.
En cuanto a mí, cuando hago algún servicio, no creo dispensar un favor, sino pagar una deuda. En el curso de mis viajes, y después que me he establecido, he recibido muchos testimonios de bondad de personas a quienes jamás tendré ocasión de satisfacer en lo más mínimo; y he recibido innumerables beneficios de Dios, que es infinitamente grande y elevado para ser el objeto de nuestros servicios. Estos buenos procederes de los hombres me conducen a hacer todo el bien que pueda a la especie humana; en cuanto a las bondades de Dios, solamente puedo manifestarle mi gratitud dándome prisa en socorrer a sus demás hijos, que son mis hermanos; porque no creo que las gracias y alabanzas, aunque se repitan todas las semanas, puedan satisfacer nuestras obligaciones reales para con nuestros semejantes, y mucho menos lo que debemos a nuestro Creador.
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