El Ideal Humano, Blas Infante


Extracto de El Ideal Andaluz.

Cuando el ser se conoció libre fue hombre; y desde entonces es hijo, principalmente, de sus propias obras. Porque la libertad es la unción con que la Ley consagró su soberanía. Pero llega el hombre a conocer la razón de la libertad -poder crear o luchar, por libre amor-, y cuando ya no presiente, sino que penetra, la razón de su destino creador -perfeccionar la creación, continuando la Obra-, corre hacia él, aceptándolo, con gratitud a la Creación que lo produjo, y por amor, a su propia dignidad que a crear le empuja; y a la perfección en que la actividad creadora de la vida se revela, ofreciéndole visiones y goces parciales, como vislumbres de la Obra en el Fin. Y entonces, con respecto a los seres engrandecidos por razón de aquel conocimiento, ya no se precisa de la religión del Temor.

Ellos, por consciente amor, se conducen y crean. Se conocen a sí mismos, como alientos soberanos de la vida universal; como la resultante libre, por ser perfecta, del proceso desarrollado por la lucha depuradora, y no ignoran la dignidad ni la responsabilidad de su rango director, como representantes de la Vida, en sus puestos avanzados. Por esto, como a sí mismos, la aman, sintiendo su hermandad con los seres de su especie, con los seres y las fuerzas de su mundo, y con todos los seres, y todas las fuerzas y todos los mundos; y, por esto, como por sí mismos, ofrendan sus amores en el ara de la Vida Universal, subyugando, para cumplir su destino, por la Virtud de su consciente esfuerzo, las fuerzas ciegas -externas o internas, instintos-, que arrastran, tras lucha gigante, encadenadas al carro espléndido de sus triunfos gloriosos.

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