Extracto de la plancha masónica trazada en 1936 por el Doctor Bach, recogida en el recopilatorio de sus palabras por Edaf en 1993 Los Remedios Florales, Escritos y Conferencias, en la que defiende la eficacia de su método de sanación basado en 38 esencias florales de Gales e Inglaterra.
Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha dedicado especial atención a dos grandes fuentes de la sanación: su Creador y las plantas medicinales de la naturaleza que su Creador ha puesto ahí para proporcionar alivio al que padece.Sin embargo, por lo menos una verdad fue olvidada, la verdad de que las plantas medicinales de la naturaleza que han sido creadas para sanar trayéndonos el consuelo, calmándonos, llevándose nuestras preocupaciones y nuestros miedos, nos acercan a divinidad a nuestro interior y, al residir ese aumento de la divinidad en nosotros nos sanan.
Es un pensamiento maravilloso, pero es la absoluta realidad el que determinadas plantas medicinales, al expandir el consuelo en nosotros, nos acercan a la divinidad. Eso se manifiesta siempre de nuevo al comprobar que los enfermos no sólo son sanados de su enfermedad, sino que con esta recuperación también recobran paz, esperanza, alegría y compasión en su vida. O, si esas cualidades ya estaban presentes, se fortalecen muchísimo más.
Por eso, durante la curación con estas plantas medicinales, en el cuerpo se observa, en pequeños pasos, que la ayuda que ellas nos proporcionan no sólo logra curar el cuerpo, sino que también aporta las características de la divinidad a nuestra vida y a nuestro carácter.
De aquí que durante este tratamiento con las plantas medicinales se puede observar lo que en nuestro cuerpo nunca ha estado en orden, ya que todo lo que buscamos son aquellas características del que padece, que se encuentran en desarmonía con la fuente de la paz en su alma.
Es por este motivo por lo que se ignoran los síntomas habituales del padecimiento, concentrándonos, exclusivamente, en otros aspectos, tales como depresión, impaciencia, preocupación, temor, incapacidad de tomar una decisión, miedo, duda, intolerancia, desprecio... Todas estas características que no se encuentran en la calma, la seguridad y la compasión de nuestro yo interno.
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