Fragmento de Kim.
-Necesito su consejo, padre Víctor -dijo Bennett-. He encontrado a este muchacho en la oscuridad y al lado de la tiendac-omedor. En otras circunstancias, lo habría castigado y dejado marchar, porque creo que es un ladronzuelo. Pero parece ser que habla inglés y da mucha importancia a un talismán que lleva atado alrededor del cuello, por lo cual solicito su ayuda.
Creía Bennett que entre él y el cura de la Iglesia Católica Romana (del contingente irlandés) existía un abismo infranqueable; pero lo cierto es que siempre que la Iglesia Anglicana tenía que resolver algún problema humano llamaba en su auxilio a la Iglesia de Roma. El aborrecimiento que oficialmente profesaba Bennett a la Mujer Escarlata -y a su manera de actuar- sólamente se igualaba con el respeto que personalmente le merecía el padre Víctor.
- Un ladrón que habla inglés, ¿no es eso? Echemos un vistazo a su talismán. No, eso no es un escapulario, Bennett -dijo alargando la mano.
- Pero nosotros no tenemos ningún derecho a abrirlos. Unos buenos azotes ...
- Yo no soy un ladrón -protestó Kim-. Usted me ha molido ya todo el cuerpo a golpes. Déme mi amuleto y déjeme marchar.
- No tan de prisa; veamos primero -dijo el padre Víctor, desdoblando tranquilamente el ne varietur del pobre Kimball O'Hara, su «certificado de liberación» y la partida de nacimiento de Kim. Sobre esta última, O’Hara -con una confusa idea de hacer algo en favor de su hijo- había garrapateado docenas de veces: "Cuiden del muchacho. Por favor, cuiden del muchacho", firmando con su nombre completo y su número del regimiento.
- ¡Por todos los diablos! -exclamó el padre Víctor, pasando los papeles al señor Bennett-. ¿Sabe usted lo que es esto? (...) ¡Por todos los diablos! ¡Kimball O’Hara! ¡Y su hijo! (...)
- Mi madre murió al nacer yo. Mi padre sacó esos papeles de la Jadoo-Gher..., ¿no se dice así? -Bennett asintió- porque él tenía... buena reputación. ¿Cómo lo dicen ustedes?
- ¡Verdaderamente, es el hijo de O’Hara! (...) Nosotros no podemos permitir que un muchacho inglés...Admitiendo que sea hijo de un masón, cuanto más pronto vaya al Orfanato Masónico, mejor.
- ¡Ah! Ésa es la opinión de usted como secretario de la Logia del Regimiento -interrumpió el padre Víctor.
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