Extracto del Libro de la Selva. En la imagen, cubierta de la primera edición.
Padre Lobo esperó a que los cachorros fueran capaces de corretear. Entonces, la noche en que se reunía toda la manada, los cogió, junto con Mowgli y Madre Loba, y se los llevó a la Roca del Consejo. Era una cima rocosa, llena de guijarros. El espacio era tan amplio que se podían reunir, bien guarecidos, hasta cien lobos. Allí estaba Akela, el Lobo Gris, enorme y solitario, echado sobre su piedra de presidente. Su fuerza y su habilidad le habían llevado a jefe de la manada. Debajo de el había hasta cuarenta lobos de toda edad y pelaje: los fuertes, que lo habían demostrado cazando en solitario un gamo, y los que sólo podían presumir de sus futuras hazañas. (...)
Poco se habló en aquella reunión. Los lobatos armaban un jaleo enorme. De cuando en cuando, uno de los lobos viejos se acercaba a un cachorro, lo miraba con la mayor atención y se volvía a su sitio. Y todo ello se hacía en perfecto silencio. (...)
Akela, desde su roca, gritaba:
- Ya sabéis lo que dice la Ley. Lobos, mirad bien. (...)
Padre Lobo empujó hacia el centro del claro a Mowgli, la Rana. El cachorro humano se sentó y sonrió al mismo tiempo que jugaba despreocupado con algunos guijarros que brillaban a la luz de la Luna.
Akela, sin prestar demasiada atención ni levantar la cabeza, continuó su cantinela: Mirad bien. Se oyó un rugido detrás de las rocas. Era Shere Khan que gritaba:
- El cachorro humano es mío. Dádmelo. Nada tiene que ver con el Pueblo Libre de los lobos.
Akela no hizo un solo movimiento y continuó gritando:
-Mirad bien, lobos. ¿Tiene algo que ver el Pueblo Libre con lo que venga de alguien ajeno a el? Miradlo bien.
- ¿Qué tiene que ver el Pueblo Libre con una cría humana? Hay una Ley de la Selva que dice que cuando aparezcan dudas sobre el ingreso de un lobo en la manada, su derecho tiene que ser defendido al menos por dos congéneres que no sean sus padres.
- ¿Quién defiende los derechos de este cachorro? - preguntó Akela -. ¿Quién entre los miembros del Pueblo Libre habla en su favor?
Hay un animal de otra especie, el único, que puede tomar parte en el Consejo de la manada. El oso, siempre soñoliento. Es el encargado de enseñar a los lobatos la Ley de la Selva. Baloo, con muchos años a sus espaldas, puede ir por todas partes. A nadie estorba. Sólo come nueces, raíces y miel. Se levantó sobre sus patas traseras y dijo:
- ¿El cachorro humano? Quiero hablar en su favor. ¿Qué mal puede hacernos? No soy un brillante orador, pero pienso que debe ser integrado totalmente en la manada. Yo me encargaré de enseñarle.
- Es preciso que ahora hable otro - dijo Akela-. Ya ha hablado Baloo, el maestro de nuestros lobatos. ¿Quién sigue en el uso de la palabra?
En aquellos momentos se deslizó hacia el centro del círculo una sombra. Era Bagheera, la pantera negra, de un negro de tinta desde la cabeza a la cola. La luz hacía aguas en su brillante piel. Todo el mundo la conocía. Y era temida y respetada. Reunía en sí la astucia de Tabaqui, la insolencia de un búfalo salvaje y la fiereza de un elefante herido. Pero su voz era dulce como la miel y su piel más suave que el plumón.
- Akela -dijo como en un susurro-, y también todos vosotros que pertenecéis al Pueblo Libre. Se que no tengo ni voz ni voto en vuestras asambleas. Pero vengo a recordaros que hay una Ley en la Selva que otorga la posibilidad de comprar un cachorro por un precio justo. (...) Baloo ha hablado ya en su defensa. A lo que el ha dicho, añado yo ahora la oferta de un toro, un animal enorme
que acabo de matar y que está cerca de aquí. (...)
- Hemos obrado sabiamente -dijo Akela-. Con el tiempo los hombres se hacen muy prudentes. Nos puede ser de gran utilidad para la caza.
-Sí -ratificó Bagheera-. Puede sernos de gran utilidad. Nadie es jefe de la manada para siempre.
Akela pensó profundamente en un hecho que con el tiempo debía producirse: le empezarían a faltar las fuerzas. Sería considerado un elemento inútil y le condenarían a muerte. Otro le sucedería; y así se continuaría el ciclo indefinidamente.
- Llévatelo - le dijo a Padre Lobo-. Enséñale todo lo que debe saber uno de nuestra raza.
Y ésta es la historia de cómo Mowgli entró a formar parte de la manada de los lobos Seeonee.
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