Veo un Grupo de Individuos Decadentes, Breivik



El 22 de julio permanecerá por siglos vinculado a la consternación, el luto y la memoria por las 77 víctimas de Utoya. Cuando se conoció la identidad del autor material, Andrew Breivik, la Orden Noruega de los Francmasones procedió a su irradiación inmediata: `Los actos de que se le acusa y los valores que parecen haberle motivado, son completamente incompatibles con lo que representamos como Orden. Construimos nuestra actividad sobre valores cristianos y humanistas, y deseamos que nuestros miembros promuevan la caridad, la paz y la bondad entre los hombres´. Que Breivik llegase alguna vez a cruzar las puertas del templo sólo fue posible porque, como toda institución formada por seres humanos, estamos llenos de aristas e imperfecciones. Este extracto de '2083', el texto escrito por Breivik, refleja lo que pensaba sobre la Orden de la que se alejó tras pertenecer a ella durante cinco años de su vida. 

Alegan que son Caballeros de Cristo y sin embargo no están dispuestos a sacrificar su vida para preservar la Cristiandad europea. Ni siquiera se dan cuenta de que la Cristiandad europea está en proceso de ser desconstruida. Alegan que son caballeros, pero ni siquiera son guerreros. ¿Cómo pueden pretender ser la manifestación actual de una orden de caballería piadosa cuando la doctrina básica de los Caballeros Templarios era someterse a la pobreza voluntaria?


Todo lo que veo es un grupo de individuos decadentes que no están dispuestos a hacer sacrificios importantes por ninguna persona o causa. Por otra parte, la caballería está directamente relacionada con el martirio. Eliminar el martirio de la caballería sería como eliminar las elecciones de una democracia. Una persona que no esté dispuesta a convertirse en mártir por una causa mayor no puede llamarse a sí mismo caballero y un cristiano que no esté dispuesto a convertirse en mártir para preservar la Cristiandad europea nunca podrá llamarse a sí mismo Caballero de Cristo. (...)

Sin embargo, respeto su papel en la sociedad. Ellos son buenos representantes y sanadores, guardianes del patrimonio cultural, y por lo tanto cumplen un papel esencial. De hecho, tenemos mucho que aprender de ellos y es probable que acuda a ellos, a sus bibliotecas, para fines de investigación.

Nos felicitamos por sus esfuerzos cotidianos, pero no aceptaremos ninguna crítica por su parte o por otras organizaciones similares, autodenominadas de caballería.

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