Proemio, Goethe


Poema Proemio de 1816

En el nombre de Aquel que a sí mismo creóse / y que desde lo eterno la creación se ejercita; / en cuyo nombre son fe, confianza, / amor, actividad, fuerza, energía; / en el nombre de Aquel que tantas veces / se nombra y, sin embargo, permanece / cual entidad ignota, incognoscida. / Doquiera el oído alcanza y la pupila, / solo algo conocido a El semejante / encuentras, y por más que osado vuele / tu espíritu, tendrá que contentarse / con símbolos e imágenes tan solo. / Tira de ti, con fuerza te arrebata, / y doquiera tú vas tu senda adorna; / te cansas de contar las horas raudas, / y según vas andando, cada paso / es algo que tu cálculo desborda. / ¿Qué Dios aquel sería que desde fuera, / al compás de su dedo, el universo / en círculo girar constante hiciera? / No; lo propio de un Dios más bien estimo / mover el mundo desde dentro, y dentro / de Natura moverse y en sí mismo / llevar a la Natura, de tal suerte / que cuanto en él alienta y late es / de su espíritu y fuerza ni un momento / se vea desamparado alguna vez. / También un universo hay en lo íntimo; / tal lo percibe el pueblo, que acostumbra / con práctica laudable y claro atisbo / Dios llamar; y su Dios, a lo mejor / de cuanto cielo y tierra manifiestan, / y su temor rendirle y hasta donde / ello es posible tributarle amor.

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