Muy desdichado, recordaba que su flor le había contado un día que era única en su especie y en el universo entero. El Principito se encontró con que en un sólo jardín había cinco mil, todas semejantes entre sí. [...]
Prosiguió así el curso de sus pensamientos: Creí ser rico al poseer una flor única en su especie, y no se trata más que de un ejemplar ordinario. La rosa y tres volcanes que no pasan de mis rodillas, de los cuales uno esté quizá apagado para siempre. Verdaderamente..., no soy un gran príncipe. Se extendió sobre la hierba y lloró.
Prosiguió así el curso de sus pensamientos: Creí ser rico al poseer una flor única en su especie, y no se trata más que de un ejemplar ordinario. La rosa y tres volcanes que no pasan de mis rodillas, de los cuales uno esté quizá apagado para siempre. Verdaderamente..., no soy un gran príncipe. Se extendió sobre la hierba y lloró.
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