La Batalla de Lepanto, Duque de Rivas


Extracto del Discurso de Recepción leído en la Real Academia de la Historia el 24 de abril de 1853.

En Lepanto se hundió para siempre el formidable poder otomano, azote de la Cristiandad y de la civilización, propagador de la esclavitud y del despotismo y último representante de las irrupciones de los bárbaros, que tantas veces trastornaron el mediodía y el Occidente de Europa.

En Lepanto las naves españolas figuraron en primer término; un excelso príncipe español mandó en jefe la Escuadra católica; allí se distinguió, como siempre, acrecentando su gloria, el famoso don Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz; y allí, en una de las galeras vencedoras, de las que más levantaron el nombre español, perdió la mano izquierda un oscuro soldado de ninguna importancia; pero este oscuro soldado de ninguna importancia era Miguel de Cervantes, a quien el Cielo conservó la mano derecha para que, manejando con ella, en vez de la espada la pluma, eternizara la lengua española, escribiendo un libro gigante, que es nuestra primera gloria literaria, y que vivirá cuanto viva el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario