Fragmento de Kim.
Kim era un niño blanco, si bien de la clase más miserable. (...) La madre de Kim murió de cólera en Ferozepore, y O’Hara se volvió un borracho holgazán, que recorría la línea con aquel niño, de ojos penetrantes, entonces de unos tres años de edad. Asociaciones benéficas y capellanes desearon hacerse cargo del niño, pero O’Hara los despachó a todos, hasta que tropezó con la mujer que fumaba opio, aprendió ese vicio y murió como los blancos pobres mueren en la India.
Al morir, toda su fortuna se reducía a tres papeles: uno, al cual llamaba ne varietut, porque tenía estas palabras escritas encima de su firma; otro era el certificado de liberación, y el tercero la partida de nacimiento de Kim. En sus gloriosas horas de opio acostumbraba a decir que esos papeles harían un hombre del pequeño Kimball. En modo alguno debía Kim desprenderse de ellos, pues los consideraba mágicos -de esa magia que practican los hombres en la gran Jadoo-Gher, blanca y azul, que se alza detrás del museo; la Casa Mágica, como llamamos nosotros a la Logia Masónica. (...)
Si la mujer hubiese enviado a Kim con aquellos papeles a la Jadoo-Gher local, seguramente hubiera sido recogido por la Logia Provincial y trasladado al Orfanato Masónico de la Montaña; pero lo que había oído hablar de magia le hizo recelar. (...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario