Si deseas conocer más a fondo los fundamentos de la Masonería, te recomendamos la lectura del libro que nos enseña la Ley, que se conservaba en el Santuario del Templo y que todo masón debe meditar.
Romanos 11: ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo.
Sal 95: Cantad al Señor, bendecid su nombre.
Sal 95: El Señor ha hecho el ciclo.
Sal 95: Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos.
Jeremías 1: Yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce.
Marcos 6: Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. [...] La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: Pídeme lo que quieras, que te lo doy. [...] Se acercó al rey y le pidió: Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista. El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan.
Sal 95: Cantad al Señor, bendecid su nombre.
Sal 95: El Señor ha hecho el ciclo.
Sal 95: Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos.
Jeremías 1: Yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce.
Marcos 6: Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. [...] La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: Pídeme lo que quieras, que te lo doy. [...] Se acercó al rey y le pidió: Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista. El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan.
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