Carta al Autor de una Obra Contra la Providencia, Franklin


He leído con alguna atención el manuscrito de usted. Con los argumentos que contiene contra una providencia particular, aun cuando reconoce una providencia general, zapa usted los fundamentos de toda religión. En efecto, no creyendo en una providencia que conozca, proteja, guíe y pueda favorecer a los individuos, ya no existe motivo para una divinidad, para temer su descontento, o implorar su protección.

[...] No logrará jamás llegar a mudar sobre este asunto la opinión del género humano [...] El que escupe al cielo se escupe a la cara. Pero aun suponiendo que el libro tenga los resultados que se promete, ¿qué bien cree usted haber hecho?

Para usted será fácil vivir virtuosamente sin necesidad de los auxilios de la religión, porque se halla usted íntimamente convencido de las ventajas de la virtud, y de los perniciosos resultados del vicio, y posee usted además una fuerza de resolución que le pone en estado de resistir a las tentaciones de la generalidad de los hombres. Sea en buena hora. Pero hágase usted cargo de que una crecida porción de la especie humana se compone de hombres y mujeres ignorantes y débiles, de jóvenes de ambos sexos inconsiderados y sin experiencia, y que todos tienen necesidad de los socorros de la religión para fortalecerse contra el vicio, para corroborarse en la virtud y mantenerse en su
práctica hasta que se convierta en una costumbre, que es el punto principal para que sea durable. Tal vez usted mismo es deudor a su educación religiosa de esa virtud de que justamente se vanagloria.

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