En el Momento en que Somos Regenerados Entramos en la Vida, Willermoz


Extracto de la carta Mis Pensamientos y los de los Otros, de Willermoz, publicada por primera vez en Renaissance Traditionnell en 1977.

Iniciados, en el momento en que somos regenerados entramos en la vida, recibimos la luz y conocemos a Dios que es la fuente de toda verdad, de toda ciencia y de toda perfección. Por el bautismo nos volvemos perfectos; el Espíritu Santo nos santifica y la fe nos ilumina.

“Había dicho yo: ¡Vosotros dioses sois, todos vosotros, hijos del Altísimo!”.

Esta operación del espíritu se denomina obra, gracia, iluminación, perfección, bautismo. Es un bautismo que nos purifica, una gracia que nos justifica, una iluminación que nos colma de luz y que nos hace conocer las cosas divinas. En él se realizan los dones del Ser soberanamente perfecto. A su vez, todo, en nosotros, sale de las tinieblas; él ha anticipado los tiempos en nuestro favor por su todo poder, y nosotros vivimos porque Jesucristo nos ha liberado de la muerte.

Dios ha creado el universo por su voluntad, y por su voluntad ha hecho la salvación de los hombres. He aquí pues lo que se adquiere por Jesucristo tras salir de las tinieblas, siendo en ese mismo momento revestido de una luz celeste como aquellos que se despiertan saliendo de las ataduras del sueño. El velo que le cegaba es levantado, el obstáculo que le impedía ver es apartado. Así, nuestra regeneración por el Santo Espíritu disipa al instante las tinieblas espesas que nos ocultaban la luz divina, levanta la venda que cubría el ojo de nuestra alma y la dispone en estado de ver las verdades celestes.

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