Yo Resuelvo Todos los Enigmas, Saint-Exupery



—¿Dónde están los hombres? —prosiguió por fin el principito. Se está un poco solo en el desierto...

—También se está solo donde los hombres —afirmó la serpiente.

El principito la miró largo rato y le dijo: —Eres un bicho raro, delgado como un dedo...

—Pero soy más poderoso que el dedo de un rey —le interrumpió la serpiente.

El principito sonrió:

—No me pareces muy poderoso... ni siquiera tienes patas... ni tan siquiera puedes viajar...

—Puedo llevarte más lejos que un navío —dijo la serpiente. Se enroscó alrededor del tobillo del principito como un brazalete de oro.

—Al que yo toco, le hago volver a la tierra de donde salió. Pero tú eres puro y vienes de una
estrella... [...] Me das lástima, tan débil sobre esta tierra de granito. Si algún día echas mucho de menos tu planeta, puedo ayudarte. Puedo...

—¡Oh! —dijo el principito—. Te he comprendido. Pero ¿por qué hablas con enigmas?

—Yo los resuelvo todos —dijo la serpiente.

Y se callaron.

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